Javier Pérez de Albéniz, si te vas, si no te vas, si te echan, si te arrinconan, si publicas desde otro medio, si publicas desde una página personal, por aquí te seguiremos.
El Mundo amordaza «El descodificador».
El último post antes de la despedida.
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Editando: A lunes y sigue sin actualizar. O le han llamado a consultas o se ha ido a por tabaco.
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Copio aquí el mensaje de Javier, por si los deletes:
2 de noviembre.- Cuenta Stanley Newcourt-Nowodworski en su libro ‘La propaganda negra en la Segunda Guerra Mundial’ (editorial Algaba) cómo la intoxicación informativa es un viejo y eficaz instrumento bélico. Una guerra psicológica que viene de lejos, puesto que hace 2.500 años el pensador chino Sun Tzu, autor de «El arte de la guerra», ya defendía la utilidad de las informaciones falsas, las mentiras necesarias y esa pérfida forma de manipular que denominaba «la crueldad tranquila».
Una propaganda que Hans Fritzsche, principal comentarista radiofónico alemán durante la Segunda Guerra Mundial, tenía la desfachatez de definir como «el arte de despertar en los demás los pensamientos y sentimientos que nunca aflorarían a la superficie sin ese impulso». Fíjense si sería tosco el tal Fritzsche que a su lado Goebbels era todo un poeta: «la propaganda es el arte de escuchar el alma de la gente».
Sergio Rodríguez no tiene nada que ver ni con Hans Fritzsche ni con Goebbels, desde luego. Ni siquiera con Stanley Newcourt-Nowodworski. Sergio Rodríguez es un compañero y amigo que nos cuenta, en su imprescindible blog El Catalejo, los motivos que hay para odiar un blog. Por ejemplo el uso aleatorio de mayúsculas, el abuso de la publicidad, la falta de actualización o el escribir como si se estuviera enviando un SMS. Le falta al menos otro motivo importante: que lo que dice el blog sea verdad. Y que esa verdad no coincida con la verdad del medio en que está publicado. Un blog incómodo, para que ustedes me entiendan.
En los medios de comunicación actuales se valora sobremanera la libertad de expresión. Me refiero a hablar de la libertad de expresión, a llenarse la boca diciendo «libertad de expresión», a reclamar el respeto por la «sagrada» libertad de expresión. Fíjense hasta que punto puede llegar la hipocresía que hemos llegado a oír esas tres palabras mágicas en boca de Esperanza Aguirre. ¿Estará desprestigiado el término «libertad de expresión»?
Por cierto ¿Recuerdan qué es un blog? Según la Wikipedia, «un sitio web periódicamente actualizado que recopila cronológicamente textos o artículos de uno o varios autores, apareciendo primero el más reciente, donde el autor conserva siempre la libertad de dejar publicado lo que crea pertinente». Actualmente, en un medio de comunicación donde su opinión no coincidiera con la opinión del blog jamás eliminarían el blog. O al menos no lo harían de golpe, castrándolo a la vieja usanza. «¡Defendemos la libertad de expresión!», dirían muy ufanos.
Serían mucho más sutiles. Lo quitarían de los lugares más visibles, lo irían arrinconando, no actualizarían los comentarios, probarían suerte con otros blogs para sustituirle… Puede que incluso, en un alarde de «propaganda negra», lo utilizasen como muestra de la libertad que se respira en ese medio.
El escritor inglés Aldous Huxley escribe en ‘Un mundo feliz’: «el mayor de los triunfos de la propaganda se ha conseguido, no haciendo algo, sino absteniéndose de hacerlo». Es decir, ocultar en lugar de censurar. Confinar en lugar de mutilar. Menospreciar en lugar de silenciar.
Hasta pronto.
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